19 de septiembre de 2012

EL MEJOR REGALO


El día que mi María José nació, en verdad no sentí gran alegría porque la decepción que sentía parecía ser más grande que el gran acontecimiento que representa tener un hijo. Yo quería un varón. A los dos días de haber nacido, fui a buscar a mis dos mujeres, una lucía pálida y la otra radiante y dormilona.En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisa de María José y por el negro de su mirada fija penetrante, fue entonces cuando empecé a amarla con locura, su carita, su sonrisa y su mirada no se apartaban ni un instante de mi pensamiento todo se lo quería comprar, la miraba en cada niño o niña, hacia planes, todo sería para mi María José.
Este relato era contado a menudo por Randolf, el padre de María José: Yo también sentía gran afecto por la niña que era la razón más grande para vivir de Randolf, según decía el mismo. Una tarde estábamos mi familia y la de Randolf haciendo un picnic a la orilla de una laguna cerca de casa y la niña entablo una conversación con su papa, todos escuchábamos:
-Papi, cuando cumpla quince años, ¿Cuál será mi regalo?
-Pero mi amor si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que falta mucho para esa fecha?
-Bueno papi, tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí.
La conversación se extendía y todos participamos de ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas.
Una mañana me encontré con Randolf en frente del colegio donde estudiaba su hija quien ya tenía catorce años. El hombre se veía contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostró el registro de calificaciones de María José, eran notas impresionantes, ninguna bajaba de veinte puntos y los estímulos que les habían escrito sus profesores eran realmente conmovedores, felicité al dichoso padre y le invite a un café.
María José ocupaba todo el espacio en casa, en la mente y en el corazón de la familia especialmente el de su padre. Fue un domingo muy temprano cuando nos dirigíamos a misa, cuando María José tropezó con algo, eso creímos todos, y dio un traspié, su papá la agarro de inmediato para que no cayera. Ya instalados en nuestros asientos, vimos como María José fue cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento.
La tomé en brazos mientras su padre, buscaba un taxi y la llevamos al hospital. Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su hija padecía de una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, que debía practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme.
Los días iban transcurriendo, Randolf renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de María José, su madre quería hacerlo pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él. Una mañana Randolf se encontraba al lado de su hija cuando ella preguntó:
-¿voy a morir, no es cierto? Te lo dijeron los médicos.
-NO mi amor, no vas a morir, Dios es tan grande, no permitirá que pierda lo que más he amado en el mundo respondió el padre.
¿Van a algún lugar? ¿Pueden ver desde lo alto a las personas queridas? Sabes si pueden volver?
Bueno hija, respondió, en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola. Estando en el más allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte.
-¿Al viento? Replicó María José ¿Y como lo harías?
-No tengo la menor idea hija, solo se que si algún día muero, sentirás que estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.
Ese mismo día por la tarde, llamaron a Randolf, el asunto era grave, su hija estaba muriendo, necesitaba un corazón pues el de ella no resistiría sino unos quince o veinte días más. ¡Un corazón! ¿Dónde hallar un corazón?
Lo vendían en la farmacia acaso, en el supermercado, o en una de esas grandes tiendas que propagandean por radio y televisión. ¡Un corazón! ¿Dónde?
Ese mismo mes, María José cumpliría sus quince años. Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, las cosas iban a cambiar. El domingo por la tarde, ya María José estaba operada. Todo salió como los médicos habían planeado. ¡Éxito total!
Sin embargo, Randolf no había vuelto por el hospital y María José lo extrañaba muchísimo. Su mamá le decía que ya todo estaba bien y que sería el quien trabajaría para sostener la familia. María José permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no habían querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo hicieron. Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los ojos llenos de lágrimas le entregó una carta de su padre.
María José, mi gran amor:
“Al momento de leer mi carta, debes tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron. No puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no estar a tu lado en este instante. Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías diez años y la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho. Te regalo mi vida entera sin condición alguna, para que hagas con ella lo que quieras.
¡Vive Hija! Te amo...”
María José lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente, fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá, lloró como nadie lo ha hecho y susurró:
“Papi ahora puedo comprender cuanto me amabas, yo también te amaba aunque nunca te lo dije. Por eso también comprendo la importancia de decir “TE AMO”. Y te pediría perdón por haber guardado silencio”.
En ese instante las copas de los árboles se movieron suavemente, cayeron algunas flores y una suave brisa rozó las mejillas de María José.
Alzó la mirada al cielo, se levantó y caminó a casa.

17 de septiembre de 2012

CREACIÓN PERFECTA


Un ángel se apareció y le dijo:
- ¿qué estáis haciendo que tanto entusiasmo le ponéis?
El Señor le contestó:
has leído las especificaciones de esta orden?
- ¡Es una mamá! Tiene que ser completamente lavable y no de plástico, tener
180 partes movibles y reemplazables, debe poder trabajar con sólo beber
agua y poder vivir de sobras, tener un asiento en las piernas que al pararse desaparece,
debe dar besos que curan desde una pierna rota hasta un corazón desilusionado y
tener seis pares de manos.
El ángel le dijo:
- ¿¡seis pares de manos!? ¡Imposible!
- Pero no son las manos las que me preocupan, dijo el Señor, son los tres
pares de ojos que este modelo debe llevar, un par que mira a través de las puertas
cerradas, un par en la parte de atrás de la cabeza que adivina cualquier peligro y, por supuesto,
un par en la frente que ve cuándo el hijo comete un error, y lo ve y le dice sin hablar:
"entiendo y te quiero hijo".
El ángel tocándole la manga a su Señor le dijo:
- Señor, vamos a dormir, ya seguirás mañana.
- No, no puedo, dijo el Señor, estoy a punto de crear a alguien tan cerca de mí,
que debo terminar. Debe ser alguien que se cure solo, alguien que
resuelve todo, que pueda alimentar a una familia de seis con unos cuantos billetes, que logre meter a
un niño de nueve años bajo la regadera y contarle un cuento capaz de tranquilizarlo.
El ángel rodeó el modelo reservado de la mama y dijo:
- es muy suave y se ve fuerte.
El Señor le contestó:
- No te puedes imaginar lo que esta madre puede hacer y tolerar.
- ¿Puede pensar?
- No solo pensar sino razonar y complementar, dijo el Señor.
- ¿Y esa lágrima en los ojos, para qué es?
- Es, dijo el Señor: de gozo, tristeza, decepción, dolor, soledad, orgullo, alegría.
- Señor, dijo el ángel, ¡eres un genio!
Y el Señor, mirando tristemente su modelo, dijo: lo malo es que nunca tendrá descanso y jamás
obtendrá ni la mitad de amor que ha derrochado por eso: ¡le doy mi bendición
muy especial! Esta es mi creación perfecta.

14 de septiembre de 2012

"CUANTO ME QUEJO"



Hoy, viajando en un autobús, ví una hermosa muchacha con cabello de oro, y expresión de alegría; envidié su hermosura. Al bajarse, la ví cojear...tenía solo una pierna, y apoyada en su muleta, sonreía.

PERDÓNAME SEÑOR, CUANDO ME QUEJO. TENGO DOS PIERNAS, Y EL MUNDO ES MÍO!

Fuí después a comprar unos dulces. Me atendió un muchacho encantador. Hablé con él; parecía tan contento, que aunque se me hubiera hecho tarde, no me hubiera importado, ya que al salir, oí que decía: Gracias por charlar conmigo... es Usted tan amable, es un placer hablar con gente como usted... ya vé, soy ciego...

PERDÓNAMNE SEÑOR CUANDO ME QUEJO. YO PUEDO VER, Y, EL MUNDO ES MÍO !

Más tarde, caminando por la calle, ví a un pequeño de ojos azules, que miraba jugar a otros niños, sin saber qué hacer. Me acerqué y le pregunté: ¿Porqué no juegas con ellos ? Siguió mirando hacia delante sin decir una palabra: entonces comprendí que no escuchaba.

PERDÓNAME SEÑOR CUANDO ME QUEJO. YO PUEDO ESCUCHAR, Y, EL MUNDO ES MÍO !

Tengo piernas para ir a dónde quiero... Ojos, para ver los colores del atardecer... Oídos para escuchar las cosas que me dicen.

PERDÓNAME SEÑOR CUANDO ME QUEJO. LO TENGO TODO, Y, EL MUNDO ES MÍO! NO LE DIGAS A DIOS CUAN GRANDE ES TU PROBLEMA...... DILE A TU PROBLEMA CUAN GRANDE ES TU DIOS!!!!!!!

"BAJO LAS ALAS"




La revista "National Geographic" publicó hace algún tiempo un artículo sobre algo sucedido después de un incendio en el Parque Nacional Yellowstone de los E.U.Después de sofocado el fuego empezó la labor de evaluación de los daños, y fue entonces que al ir caminando por el parque, un guardabosques encontró una ave calcinada junto al pie de un árbol, en una posición bastante extraña,
pues no parecía que hubiese muerto escapando o atrapada, simplemente estaba con sus alas cerradas alrededor del cuerpo.

Cuando el impactado guardabosques la golpeó suavemente con una vara, tres pequeños polluelos vivos emergieron de debajo de las alas de la madre, quien sabiendo que sus hijos no podrían escapar del fuego, no los abandonó.

Tampoco se quedó con ellos en el nido sobre el árbol, donde el humo sube y
el calor se acumula, sino que los llevó, quizás uno a uno, a la base del árbol y allí
brindò su vida por salvar la de ellos.

¿Pueden imaginar la escena? El fuego rodeándolos, los polluelos asustados y la madre muy decidida, infundiéndole paz a sus hijos, como diciéndoles: "no teman, vengan bajo mis alas, nada les pasará".

Tan seguros estaban al estar ahí tocando sus plumas, aislados del fuego, que ni siquiera habían salido de ahí horas después de apagado el incendio.

Estaban totalmente confiados en la protección de la madre, y solo al sentir el golpeteo pensaron que debían de salir.

Lo mismo hizo Jesus por ti y por mi...que Dios te bendiga.

Adora y Confia






No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío.Quieres tú, lo que Dios quiere? Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de Su providencia.
Poco importa que te consideres un fracasado, si Dios te considera plenamente realizado a su gusto.
Piérdete confiado, ciegamente en ese Dios que te quiere para Sí,
y que llegará a ti, aunque no lo veas.

Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente agarrado, cuánto más decaídoy triste te sientas.
Vive feliz, vive en paz, que nada te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz,
ni la fatiga, ni tus fallos.
Haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que
el Señor, continuamente te dirige. Y en el fondo de tu
alma coloca, antes que nada, todo aquello que te llene de la paz de Dios.